sábado, 26 de enero de 2013

El secreto del amor

Nuestro planeta es muy grande, hay muchas personas de diferentes ideales, razas y edades, y una de las cosas que tenemos en común entre todos es que necesitamos querer a alguien. Es necesario, forma parte de nosotros. Por lo general nos gusta querer y adoramos ser queridos.

Hay muchos tipos de amor: el amor de una madre por su hijo, el amor del dueño por su perro, el amor hacia la pareja...

A primera vista, da la sensación que entre todos los tipos de amor no hay semejanza alguna, que no hay color entre querer a tu madre y querer a tu mujer, pero la hay. Se llama sacrificio. Cierto es que en todos los tipos de amor hay confianza, cariño, etc, pero una cosa sobre sale por encima del resto, el sacrificio.

El sacrificio es el termómetro de una relación, de cualquier relación. No esperes que tu perro te haga la cena, es más, te recomiendo que no esperes grandes cosas de tu perro, pero sí de aquellas personas que hacen muchísimas cosas por ti, y, a veces, ni te das cuenta. Es más que probable que la mitad de sacrificios no nos gusten, que la otra persona no haya acertado, y también es muy probable que esos pequeños sacrificios ni se noten, pero son los importantes, los que valen, los que hacen que el termómetro esté donde debe estar.

A menudo en la vida tendemos a juzgar a la gente por sus logros, nunca por sus sacrificios, y son precisamente los sacrificios los que definen a una persona, definen cómo es, define qué es lo que quiere, lo define todo.


Sería una lástima - que hicieramos un sacrificio que no sea por amor

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