domingo, 1 de diciembre de 2013

"Nunca es tarde si la dicha es buena"

¿Qué pasaría si mañana al despertar vieses cómo se te ofrece la posibilidad de volver a empezar de cero?

¿Apostarías por ello o decidirías no arriesgar y seguir con tu vida?

¿Qué pasaría si te otorgasen la oportunidad de comenzar de nuevo en otro lugar, si te ofreciesen otra vida?


Hay veces que la mejor solución es desaparecer un tiempo, hay veces que la mejor solución es simplemente desaparecer, hay veces que la mejor solución es pensar en los errores e intentar luchar por no volver a cometerlos, hay veces que la mejor solución es olvidar, hay veces que la mejor solución es perdonar, y hay veces que solo hay una opción; dejarlo todo atrás, sea como que sea, y seguir con tu vida.


Si la respuesta a las preguntas es: "ojalá se me brindase esa opción, ojalá pudiera salir de esta cárcel que algunos llaman vida para probar suerte en otro lugar, con otras personas."
Si esa es tu respuesta. probablemente signifique que algo no has hecho del todo bien, que si pudieses volver al pasado cambiarías las cosas, pero, ¿sabes qué? Que esa es la magia de la vida, que cada nuevo día es una nueva oportunidad para volver a empezar. Quizá no en otro sitio, quizá no con otras personas a tu alrededor... quizá tu destino sea demostrarle a todo tu mundo que el pasado es eso, pasado, y que por muchas cosas malas que hayas hecho, si quieres, puedes.

Verdadero asco de vida

Existen dos clases de personas en este mundo, y así lo manifiesta Mel Gibson en la película Señales:

Están esa clase de personas que cuando se ven saturadas, por una u otra razón, tiran la toalla sin ni si quiera haberlo intentado, y está ese grupo de personas que no se rinde jamás. La teoría es sencilla, parece que solo cabe la posibilidad de que sea blanco o negro, pero no del todo cierta. Los extremos de ambos grupos son fácilmente distinguibles, los que siempre se rinden y los que siempre luchan, y en un principio todo el mundo está en uno de esos dos grupos, pero el problema viene cuando por determinadas razones uno de los que nunca se rinden empieza a flaquear, y poco a poco se va desanimando, sintiéndose solo y termina por cruzar el umbral hasta que acaba en el grupo del que siempre había renegado.

Y es triste. Es triste ver como alguien que durante mucho tiempo ha estado peleando por un puesto en el privilegiado grupo de los que nunca se rinden, pasa del todo a la nada en cuestión de horas o días. Ese puesto guarda una estrecha similitud con la confianza que una persona deposita en ti: puedes estar luchando años por ganarte esa confianza, que en cuanto cometas un fatídico error, la has perdido. Sin embargo, no todos pueden llegar a ese grupo de privilegiados, pues, valga la redundancia, es un grupo solo para privilegiados; los que están ahí es por algo, porque se lo han ganado, porque cuando han estado tentados de tirar la toalla, no lo hicieron, y siguieron luchando.

Si bien esto es así, es verdad que puede darse el caso en que una persona que se creía fuerte, vea que no lo es, y cometa el peor error que podía cometer: el de fallarse a mismo. Como ocurre en otros ámbitos, la primera fase es la de la negación, al principio no te crees lo que ha pasado, afirmas y recuerdas todo lo que has hecho bien para demostrarte a ti mismo que eso no te puede estar pasando a ti, que la culpa es de otro. Esto da paso a la segunda fase, la de la negociación, pues te planteas aceptar parte de culpa siempre y cuando no seas el único culpable. De ahí se pasa a la fase de la aceptación, en la que te das cuenta que efectivamente lo has hecho mal, lo que da lugar a la última posible fase que no tiene porqué darse en todos los casos, la depresión.

Una persona que lleva tanto tiempo combatiendo para demostrarle al mundo, pero sobre todo a sí mismo, que merece la pena esforzarse, y ve cómo en cuestión de horas se le viene el mundo abajo, se derrumba.




lunes, 11 de noviembre de 2013

Cómo cambiar el mundo

Desde pequeñitos tienden a inculcarnos la idea de que si nos esforzamos, cambiaremos el mundo. Alguno quizá descubra la cura del cáncer, otro tal vez descubra un planeta con vida, otro puede que sea nobel de física o economía, pero lo cierto es que ninguno podemos cambiar el mundo.

Hay un conocido artista chico llamado Ai Weiwei cuyas "pipas" fueron compradas por el Tate de Londres, uno de los museos más prestigiosos de la capital inglesa, en 2010. A base de porcelana y mucha paciencia, logró fabricar cien millones de pipas a tamaño real. Esa fue la parte sencilla, puesto que la difícil consistió en dotar a cada una de una manera diferente, a base de pincel. La explicación del autor es sencilla: todos los humanos parecemos iguales, pero no lo somos. Cada uno es de una manera, diferente al de al lado. No le falta razón, todos los humanos somos iguales, pero diferentes a la vez.

Sinceramente, a nadie le importa lo que sea de tu vida, por eso hay mendigos y pobres en todas partes del mundo, porque así de crueles y egoístas somos. Ya pueden atracarte en hora punta en el centro de tu cuidad que muy pocos irán a socorrerte. A nadie le importa lo que hagas con tu vida, a nadie salvo a ti mismo, que es a quien debe importarle de verdad.

No nos engañemos, es muy difícil que seas tú quien descubra la cura contra el cáncer, y vivimos en un mundo en el cual si no la descubres, no lo has cambiado, eres una pipa más.

Ante una sociedad en la que todo el mundo es igual, ser diferente es complicado. Pero visto que el mundo te trata tan bien y te quiere tanto, ¿por qué seguir sus reglas? Cambia las reglas.

Para empezar no trates de cambiar el mundo, es imposible. No cuentes los días, haz que los días cuenten. Trata de encontrar lo que de verdad te hace feliz, no seas el héroe del mundo, sé tu propio héroe y el de aquellos quienes te rodean, quizá así logres cambiar el mundo que de verdad importa, tu mundo.

domingo, 13 de octubre de 2013

La fe mueve montañas, el orgullo cordilleras (Parte 2)

Hay muchos momentos a lo largo de nuestra vida. Demasiados como para meterlos a todos en una sola categoría. Por consiguiente, cabe la posibilidad de distinguir a los momentos en dos grandes bloques, los buenos y los malos momentos.

Se trata de una sencilla división, en la que nadie se queja de la primera porque, si todo va bien, ¿de qué quejarse?
Por lo general, los que se quejan de las buenas situaciones son los que persiguen ese afán de perfección, porque saben que no siempre tiene porqué ir bien. Ellos son los precavidos, los que se preocupan mucho por las cosas. Lo malo que tiene ser así es que suelen llevar razón: "Todo se termina acabando."

Cuando se está borracho, caliente o colocado, no se piensa más allá del momento y la felicidad extrema de él. Es el famoso "Carpe Diem", en su peor sentido. El futuro y sus consecuencias no importan porque no son "ahora", que es lo que se está viviendo, por lo que, ¿para qué preocuparse del futuro? Lo que importa es el momento, el presente.

Se podría decir que este tipo de personas que se deja llevar por el ahora, es todo lo contario a una persona precavida, porque no le importa el porvenir de las cosas.

Lo "bueno" es que un drogadicto, un salido y un alcohólico tienen cura, sus problemas son tratables. Más o menos difíciles de curar, pero tratables a fin de cuentas.

Sin embargo no son ellos los únicos que cuando dejan de ser quienes normalmente son, para convertirse en su parte más deplorable, pierden los estribos. 

No son solo los drogadictos, los perturbados y los alcohólicos los que por sus demenciales conductas encajan en la categoría de gente que actúa mal, porque hay multitud de crímenes y de criminales, pero hay uno que sobresale por encima del resto.

Dicen que el primer paso para solucionar un problema es reconocer el mismo. Es por esta razón por la cual quienes copan dicha lista, son ellos y no otros, porque tienen el mismo número, si no más, de problemas que cualquier otro, con la salvedad que es muy raro que busquen ayuda. Son los orgullosos.

Desgraciadamente tienen el mismo proceder que cualquier otro: son gente normal hasta que el orgullo corroe sus venas y poco a poco invade todo su cuerpo. Para los que hayan visto la super producción americana "Hulk", es lo mismo: Se trata de un ser normal y corriente hasta que por determinadas razones se vuelve un ser impredecible e incontrolable. Cuando Hulk se activa, es guiado por unos instintos básicos, el de supervivencia, el de la victoria... Lo mismo le pasa a una persona orgullosa.

En el momento que cada persona se convierte en Hulk, la criatura verde, deja de ser él mismo para ser quien no quiere ser. Por definición una persona orgullosa jamás reconocerá su error, y si lo hace, será por orgullo.

Cuando nos enfadamos, cuando se activa nuestro Hulk personal, nada es más importante que salir victorioso de la discusión, sin importar la forma de hallar la victoria.

Sin embargo, ¿te has preguntado alguna vez por qué quieres ganar en esos momentos? Sí, efectivamente, por orgullo. Y, ¿te has preguntado alguna vez, en frío, qué ganas siendo orgulloso? No siempre, pero lo más común es precisamente lo contrario, no solo no ganar nada, sino perder.

Sé más listo que el orgullo. Gana la batalla que verdaderamente importa, la batalla de quién es mejor persona. Admite tu error, trata de entender la postura o posturas que no comparten tu punto de vista, y cuando te des cuenta del error, por minúsuclo que sea, pide perdón, rectifica.

En primera instancia te parecerá que hay demasiado orgullo como para que quepa por la garganta, creerás que no puedes tragártelo, pero es ahí cuando debes preguntarte: ¿Qué vale más, la otra persona o mi orgullo?


Tal vez la mejor solución es la que trata de adoptar Hulk: acordarse de las cosas que realmente le importan, acordarse de lo que él es, porque si lo recuerda, tiene un motivo por el que luchar.

No es difícil, simplemente tienes que buscar tu motivo por el que luchar.

Cuando estés enfadado y te hayas dejado guiar por la soberbia, por el orgullo, cada cosa que hagas será algo que, cuando vuelvas a ser tú, te arrepentirás de haber hecho. No hagas cosas de las que luego te vayas a arrepentir.

"De los errores se aprende, pero lucha por cometer aciertos."



jueves, 19 de septiembre de 2013

Filosofía de vida: ser feliz.

Qué triste es no tener ilusión, ilusión en la vida, ilusión en uno mismo, ilusión...

Triste es levantarse por las mañanas, con legañas y ganas de seguir durmiendo, deseando que se acabe la jornada laboral para volver a casa, a descansar. Eso es no tener ilusión, eso es ser un perdedor.
Un perdedor porque tiempo hay para todo lo que se quiera hacer. Lo queramos o no, tenemos que vivir los tiempos que nos han tocado vivir.

La vida es un tren que no para, su ritmo es constante, aunque a veces no lo parezca. Tal vez en una parada se suban problemas, tal vez se suba el amor de tu vida, tal vez te obnubile el paisaje y no dejes de mirar por la ventanilla...

Siempre se ha dicho y siempre se dirá: la vida es un tren o un libro, con sus respetivas paradas o capítulos y de cada uno depende cómo aprovechar esas páginas o qué hacer en cada estación.

No obstante, nadie suele hablar con la crudeza con la que vida actúa algunas veces. Nadie habla de la posibilidad de que la tinta se acabe o el tren descarrile.

"A vivir que la vida son dos días." Muchas son las canciones que cuentan con frases como esta entre sus letras, pero en lo que nadie se para a pensar es que quizá esos músicos escribieron esa frase porque un día se levantaron con el frenético sonido del teléfono, y cuando lo cogieron, al otro lado del aparato se encontraba el encargado de comunicarle que sus padres habían fallecido en un accidente de tráfico.

Hay muchas formas de aprovehcar esos días que la vida pone a nuestra disposición, y cada uno actuará como crea conveniente, pero ¿y si la vida nos pone a cada uno a prueba para saber quién es el que mejor la aprovecha?

Un padre de familia asegurará ser feliz si pasa el mayor tiempo posible con su familia, un ´broker´ empedernido afirmará ser feliz si sus acciones tienen un golpe de suerte, un deportista hará lo propio si gana aquello a lo que lleva meses dedicándole su tiempo.

Pero la vida es mucho más que eso. La vida no consiste en ser el mejor deportista, ni el que más dinero tiene, ni el "más mejor" en nada, porque la única competición que realmente debería importar es aquella que se mantiene con el que estaba ayer frente al espejo.

Cuando se corre una maratón, por ejemplo, suele haber dos tipos de participantes: los que van a por las primeras posiciones y los que van a superarse a sí mismos. ¿Quién acaba más contento, el que gana o el que ha terminado la carrera pensando que no llegaría a la mitad? Para algunos es más importante lo primero, para otros no, pero la verdad es que no se trata de ganar o perder, se trata de ser feliz.

Felicidad... Difícil concepto.

Según Sócrates, y corroborado más tarde por su discípulo Platón, la mejor forma de llegar a la verdad y resolver las distintas dudas filosóficas es mediante la mayéutica, por tanto: ¿Qué es la felicidad?

Seguro que hay libros y libros que tratan de explicarlo, de analizar todos los puntos de vista, pero la filosofía tiene una característica de la que pocos hablan, y es que es total y completamente subjetiva: depende de cada uno. Por eso, cabe recordar una vez más, que la única competición que debes mantener es contigo mismo, para ser mejor que ayer, y ser capaz de mejorar mañana.


No se trata de ser más feliz que el vecino o de ser el más feliz, se trata de ser feliz. Aquí no se contempla la posibilidad de acabar primero la maratón, porque no es una carrera.

Hay muchas, muchas, maneras de vivir el día a día, tantas que ningún día es igual a otro, pero el primer paso para ser feliz es tener ilusión, esperanza.

Es preferible no cometer el error de depositar esa esperanza, esa ilusión, en las cosas materiales, pues son las personas, las personas que tú elijas, las encargadas de hacerte sonreir, de hacerte ilusiones, de mantener viva tu esperanza.

Sé tú mismo el cambio que quieres en tu vida, pues no hay nada imposible para aquel que de verdad se lo propone. Tampoco es recomendable ser conformista. Recordemos que la vida son dos días, este es el primero y no sabes qué pasará mañana, quizá ya no tengas otra posibilidad para superarte, así que empieza hoy.
Una vida, dos días y miles de oportunidades. No te conformes con el segundo puesto, no te quedes en ser casi feliz, tú puedes, y si persistes, lo lograrás, de ti depende. No seas un perdedor, sé feliz y disfruta, que para eso estás aquí. En el momento que empieces a tener ilusión de verdad y te sientas bien contigo mismo y con tu entorno, verás cada día como una nueva oportunidad de superarte, de ser más feliz, de ser mejor persona.

"Para que algo sea especial, solo hay que querer que sea especial." Haz que tu vida sea especial y ayuda a los que de verdad quieres y que de verdad te quieren a ser felices.


miércoles, 19 de junio de 2013

"La casa por el tejado"


Tal vez lo más difícil de escribir sea cómo acabar. A priori, se puede dudar sobre para qué sirve pensar en cómo será el tejado de una casa si aún no está diseñada la base de dicha vivienda, y no están faltos de razón aquellos quienes piensen eso, pero a veces no viene mal echar un vistazo desde otra perspectiva y poder así tratar de diseñar el tejado a imagen y semejanza, y de ahí el resto de la casa; actuar de manera diferente, pero con el mismo fin: una casa lo más bonita posible.

Porque, ¿de qué sirven unos buenos cimientos si a cada tormenta surgen nuevas goteras?

Tampoco sirve de mucho diseñar un fabuloso tejado y luego no saber cómo encajar ese tejado a la estructura, porque, ¿de qué sirve un buen tejado si los cimientos no resisten al inocente soplido de unos débiles vientos?

Todos tenemos una fecha de caducidad: muchos deseamos no saberla; otros no la sabemos aún y hay quiénes ya la saben. A simple vista se podría pensar que pobre de aquellos que ya conocen su fecha de caducidad (debido a una enfermedad o a la razón que sea). 
Pero, ¿qué les pasa a aquellos que ya conocen cómo es su tejado? Que disfrutan con cada momento que pasan pensando, diseñando, fabricando y disfrutando de toda su casa. Son ellos los que no construyen su casa y su tejado para luego disfrutarlos, como nosotros, sino que disfrutan en todo momento, sea el momento que sea, porque saben que ese momento no se va a repetir.

Es triste ver como vas construyendo tu casa, esperando a acabar la primera planta para ir con la segunda, y cuando acabes la segunda, empezar con el desván, y luego el tejado. Es triste ver pasar etapas y etapas de tu vida, y ver como lo que esperabas que fuese la siguiente, te decepciona, porque no lo es: no es lo que esperabas. Confías en que la siguiente sea la definitiva, pero tampoco lo será. No lo será porque si no sabes lo que esperas, cuando llegue, no sabrás apreciarlo, porque no sabrás que ya ha llegado.

Los niños confían su felicidad a su juventud. Los jóvenes adjudican su felicidad a la mayoría de edad, los mayores de edad depositan su felicidad en la estabilidad a nivel personal y profesional, y los ya estabilizados añoran cada una de las etapas anteriores de manera proporcional: cuanto más la añoran, antes se produjo.

Desagradecidos, disgustados, insatisfechos, vacíos, desilusionados… Cualquier adjetivo es válido para recalcar y resaltar nuestras deplorables situaciones, deplorables porque no sabemos apreciarlas. Da igual la etapa en la que te encuentres, siempre querrás más, hasta que te des cuenta de que lo importante no es querer más, sino que lo importante es querer lo que tienes, porque no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.

Ojalá te des cuenta de que al final no importa el tejado, ni la estructura, ni los cimientos, ni la decoración… Lo que importa es todo el conjunto, lo que importa es que sepas aprovecharlo todo, desde que pones el primer ladrillo, hasta el último (quizá no te guste cómo ha quedado una de las habitaciones o uno de los baños, pero lo compensarás con el resto de la casa). De ti depende que solo disfrutes cuando esté ya acabada o que disfrutes siempre, en cada uno los pasos.

Como decía al principio, tal vez lo más difícil de escribir sea acabar, o tal vez cómo concluir, porque nunca sabes cuándo acabar, cuándo dar por finalizada la obra, cuándo es preferible seguir intentando mejorarla y cuándo no. Sea un escrito o un cuadro, sea una casa con su tejado, o sea tu vida, es tuyo, hazlo a tu manera y disfruta haciéndolo. ¡Sé feliz, haz que hoy sea el primer día de tu nueva vida!



domingo, 9 de junio de 2013

Amistad vs. noviazgo

Siempre se ha dicho que en una lista de prioridades debería estar situada más arriba una amistad que un noviazgo, y es muy probable que todo aquel que no tenga pareja ahora mismo tenga muy claro que siempre serán más importantes sus amigos que su pareja, pero es mejor excluir el adverbio "siempre" en algunos casos, y este es uno de ellos.

Cuando de verdad te enamoras, no es que la otra persona pase a ser tu prioridad número uno, al revés, deja de haber más prioridades, solo importa aquel a quien has dejado tu felicidad en sus manos, tu capacidad para sonreir, para ser feliz, para hacer más felices a los demás.

¿Es un error o una imprudencia?

No lo es si a la vez de ser tu pareja pasa a ser tu mejor amigo/a, pero por lo general sí que suele ser una imprudencia. Pero, ¿por qué?

Con un buen amigo, uno bueno de verdad, ya puedes cometer cualquier estupidez que nunca lo perderás. Sin embargo, cuando algo no funciona bien en una relación de calidad más personal, es común que se te pase por la cabeza la idea de abandonarlo todo, de sacar la bandera blanca y pensar: "Hay muchos más chicos/as ahí fuera, si este/a no me agrada y no es mi media naranja, ya encontraré otro/a que de verdad me corresponda y me haga feliz".

Esta tendencia, además de ser suicida es poligámica. A simple vista puede resultar atractiva, pero no lo es, te destruye interiormente, poco a poco.

La diferencia entre un buen amigo y una buena pareja es que con la pareja existe la posibilidad de dejarlo, pero con el amigo es anormal que esta posibilidad florezca.

"Realmente has perdido tu batalla cuando has considerado la derrota como una opción."

¿Qué ocurre en los matrimonios que se terminan rompiendo?
Que por determinadas razones, al casarse no dan el paso de ser novios a ser muy buenos amigos. Ese paso, que sí lo dan los buenos matrimonios, implica dejar de lado para siempre la posibilidad de abandonar, implica aceptar que tu destino esta ligado hasta el fin de tus días con esa persona; puedes llamarlo "pasar de novios a mejores amigos" o como te de la gana, pero la realidad es la misma la llames como la llames.

Con un buen amigo no te preocupas día tras día si la estás cagando, o si piensa en dejarte, eres tú mismo. Así es como debería ser una buena relación, sea cual sea.

¿Qué hay de los hermanos?
El vínculo es muchísimo más fuerte que incluso con el de tu mejor amigo/a, precisamente porque sabes que nunca te dejará, que siempre estará a tu lado. Triste sería contemplar la posibilidad de no amar a un hermano como se merece, pero más triste aún sería contemplar la posibilidad de perderlo.

Antes de dejar a una persona por otra que te parece mejor, recuerda que nadie es perfecto, y menos tú, y que si esa persona ya lleva tiempo contigo, aguantándote, es por algo, es porque le importan más tus virtudes que tus defectos, o que está tan enamorado/a que aún no ha visto tus defectos.

Si no eres de los que cambia cada dos por tres, te garantizas una cosa: cuando vayas en serio, irás en serio de verdad. Tal vez sea éste el consejo para conseguir una buena relación: no pensar jamás que existe la posibilidad de romper.

sábado, 4 de mayo de 2013

Yo sonrío, tú sonríes... Todos sonríen.


 


¿Te has planteado alguna vez la cantidad de cosas que haces a lo largo del día?

La mayoría de esos actos son momentos en los que todo el mundo actúa sin pensar, ya sea porque forma parte de la rutina, porque estamos cansados de repetirlo o por la razón que sea.

No nos damos cuenta de que esos momentos también forman parte de nuestra vida: cuando nos lavamos los dientes, cuando escuchamos esa canción que está en el límite de "me gusta" y "me deja de gustar porque ya me ´raya´", cuando nos vestimos, cuando hacemos la cama, cuando cogemos el autobus, cuando vamos de camino al autobus, cuando conducimos, cuando, cuando, cuando, cuando...

Miles de actos que se llevan a cabo por inercia. Cierto es que no todo lo que hacemos necesita una implicación racional absoluta, ni una decisión moral que se debata entre la vida y la muerte, pero tal vez si pusiésemos un poquito más de implicacion en esas pequeñas cosas, una sonrisa en cada una de ellas, de tanto sonreir, la sonrisa se nos quedase ya en la cara. No hay nada imposible, ¿no? No pierdes nada por intentarlo, ¿no? Estaría bien, ¿no?

Pues depende de ti, y los de tu alrededor también dependen de esas sonrisas.

Esa famosa frase que dice que la vida es un camino de obstáculos, que nos caeremos pero que lo que importa es levantarse... ¡ES FALSO!

El verdadero truco esta en luchar por no caer. Un drogadicto que se pincha todas las noches y a la mañana siguiente se jura no volver a hacerlo es quien trata de levantarse, pero quien lucha por no caer, quien se promete no drogarse dos minutos antes de hacerlo, y no termina haciéndolo, tiene mucho más mérito que el primero.

Ahí está el camino de obstáculos, no para sufrirlos y levantarse, que a veces no queda más remedio, sino para ser lo suficientemente fuertes como para resistir esos obstáculos, y, ¿qué mejor forma que con una sonrisa?

Te preguntarás: "¿Una sonrisa = no drogarse? IMPOSIBLE"

Suena muy, pero que muy muy difícil, pero las sonrisas son magia. Ese drogadicto o cualquier persona que tenga problemas y sonría, demuestra que ha cambiado de camino, ya no se va a caer para levantarse, va a luchar por no levantarse, porque tiene esperanza, tiene motivos; su motivo es su propia felicidad y la de la gente de su alrededor. Ese pequeño gesto, esa sonrisa que te recuerda que ninguna batalla está perdida mientras un insentato siga dispuesto a luchar por su causa, es signo del cambio de actitud, de que se puede, porque no hay nada imposible.

A quien esto le suene a cuento chino, que se vaya y que se amargue él solito, pero a los que crean que que esto es posible, que pueden con el reto, yo mismo les reto, les reto a ser felices y a hacer felices a los que quieren. Una sonrisa, una actitud, una vida. Si no creías en la magia, ya puedes hacerlo: las sonrisas son magia, las sonrisas son ese primer pequeño paso hacia tu nueva vida, hacia tu vida feliz, hacia lo que has venido a hacer aquí, a ser feliz y a hacer felices a los demás.


lunes, 8 de abril de 2013

Rayadas


Hay algunos momentos en la vida en los que por cualquier razón, nos rayamos. Rayarse no significa otra cosa que preocuparse demasiado por algo en concreto.

Todos hemos tenido algún momento en el que nos entra una fuerte preocupación por algo o alguien, y entonces nos rayamos.
Inseguridad, desconfianza, miedo… Da igual cuál sea el motivo. Sin embargo, teniendo en cuenta que todo en esta vida tiene un lado positivo, todo, éste también lo tiene. Hay ocasiones en las que esas rayadas que nos formamos no son más que sutiles avisos que nos recuerdan que hay algo que no va bien, algo que merece un poquito más de atención.

En virtud de cuál sea la situación y la rayada en concreto, nos dará más o menos vergüenza contársela a alguien para que nos ayude, pero yo propongo un método alternativo, una ayuda extra con la que quizás no suelas contar: la música.

¿Alguna vez en tu vida has hecho algo con lo que hayas conseguido sorprenderte a ti mismo?
La respuesta a esa pregunta es la clave. Todos hemos hecho algo alguna vez de lo que nos sentimos orgullosos, todos somos capaces de hacer cosas que no nos creíamos lo suficientemente capaces como para llevarlas a cabo. Hay un factor que a casi todos nos anima, nos seca las lágrimas, nos recarga las pilas, nos llena de adrenalina: la música. La música es solo ese complemento que saca lo mejor de nosotros mismos.

Tal vez, el mejor momento que respalde esta idea se encuentra en la película "El discurso del rey." (Película completa)
No pretendo destripar la película, pero durante los minutos 25 y 26, el tartamudeante protagonista recita unas palabras que no son reproducidas hasta el minuto 32. Ambas escenas, tanto la del minuto 25 como la del minuto 32, tienen mucha más emoción si se ve el comienzo de la película con la magnífica y ganadora de un Óscar interpretación de Colin Firth.

Millones de canciones, miles de artistas, cientos de álbunes, decenas de tipos diferentes y una cosa en común: la capacidad de conseguir emocionar, enamorar, hacer llorar, animar, entristecer pero sobre todo, la capacidad de conseguir hacer sacar a cada persona lo mejor de sí mismo.

Claro está que de donde no hay, no se puede sacar, pero siempre suele haber, solo hay que encontrar la forma de sacar esa grandeza al exterior.
 

domingo, 24 de marzo de 2013

Una guerra cada día

Dicen que los que van a la guerra nunca vuelven igual, se convierten en otras personas, vuelven diferentes, la guerra les ha cambiado.
Aceptamos esta afirmación, pero no nos hacemos cargo de lo que en realidad significa. Tampoco nos hacemos cargo cuando nos informan de la cantidad de muertos que hay en dichos enfrentamientos: con tal de que el fallecido sea amigo tuyo poco importa cuántos más hayan caído... Así uno tras otro, hasta cincuenta millones en la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo. ¿Qué significa eso, cincuenta millones de familias destrozadas? ¿Cuarenta, trienta? Con tal de que solo una se deshiciese, ya dejó de merecer la pena cualquier motivo por el que luchasen. Me parece una falta de respeto hablar de la cantidad de fallecidos en dicha guerra cuando cualquiera sirve de ejemplo; con tal de que haya habido unas pocas de muertes ya debería avergonzarnos: Corea, Afganistan, Vietnam, ambas Guerras Mundiales, la Guerra Fría, las de religión... Todas tienen una cosa en común: que nadie gana y muchos pierden.

La guerra es un lugar horrible en un contexto aterrador, en el que unos se matan a otros por razones que pueden no llegar a comprender. Por raza, por cultura, por religión, por prevención...
"El fin justifica los medios" debieron pensar los que enviaron tropas a "guerras menores" como las de Grecia, Corea, Vietnam, Afganistán, guerras de prevención para que ni los comunistas ni los capitalistas ganasen su particular Guerra Fría, sino para seguir en tablas y que no se desembocase en una Tercera Guerra Mundial. Como cualquier guerra, vuelven a tener cosas en común: nadie resultó victorioso, todos perdieron.


Puedes pensar que este rollo histórico ni te va ni te viene, que no te afecta, pero, ¿y esos muertos por atentados terroristas en países de Oriente Medio que ocupan los pocos segundos que las cadenas de televisión les otorgan en los informativos? Quizás no te hayas fijado, pero ya solo aparecen cuando la cifra de muertos es alta. Puede que esta información solo reafirme tu pregunta de a qué viene todo esto.

Estamos insensibilizados, tú, yo y todos. Las guerras son el triste ejemplo que demuestra lo que es capaz de hacer el ser humano. No dejes que ese escudo que recubre tu corazón proteja lo que no tiene que proteger. Fueron la envidia, la soberbia, el odio y la venganza... Quienes llevaron a la guerra a tanta gente y por consiguiente a tantos a la muerte. De eso nos sobra a todos.
 
Recuerda: por mucho que las guerras impliquen bajas, no son ese tipo de guerras las que nosotros vivimos día a día. Tu enemigo no es tu jefe, tu profesor o tu padre; por mucho que lo parezcan, no son más que personas como tú, y también tienen sus batallas personales. Que no sean enemigos no los convierte en amigos, pero los convierte en posibles objetivos a los que hacer feliz o sacar una sonrisa. Plantéatelo así.
 
 
 
 
 

domingo, 17 de marzo de 2013

Dependencia

Tal vez no forme parte de tu rutina, pero es mucha la gente que hoy en día introduce en ésta el transporte público. El tren, el autobús, el tranvía, el metro...
Muchos, sin ellos, veríamos muy reducida nuestra movilidad, y hasta cierto punto, nuestra vida social. Dicen que eres dependiente de algo cuando no podrías enfrentarte a tu rutina sin "eso" de igual forma que si lo tuvieras. Por tanto, éste podría ser un caso de dependencia: el transporte público. Suena ridículo, pero no es una idea tan disparatada.

Ahora hay aplicaciones para los smartphones que permiten saber con una exactitud pavorosa a que hora pasará el transporte que se está esperando. De esta forma se pretende acabar con esas inquietantes y largas esperas que a partir de determinados minutos se hacían interminables. Sin embargo, "gracias" a estas aplicaciones nos volvemos más dependientes aún.

Las ventajas son visibles a simple vista, pero ¿qué ocurre cuando ves en el teléfono que pasa en un par de minutos?
La vida empieza a girar en torno a esos pocos minutos sabiendo que, como no llegues, te quedarás en la parada mucho más tiempo que si hubieses ido a ciegas, sin la ayuda de la aplicación, hasta el siguiente que pase, de tal forma que cualquier cosa deja de ser importante, solo llegar a tiempo.

El ejemplo del autobús solo sirve para demostrar que hay determinadas situaciones que en la rutina se producen (y que hace unos años no se producían) y que poco a poco van haciendo de nosotros unas personas débiles, dependientes de cosas que hace años era impensable que llegasen a tener un nivel de dependencia tan alto. La televisión, internet, el smartphone, las redes sociales, los videojuegos...

Puede que no todas parezcan dañinas, pero: "Todo en exceso es malo".

No es malo ver la televisión, ni jugar a la consola, ni el empleo de internet, ni si quiera las redes sociales, siempre y cuando se les sepa dar un buen uso, el que se merecen.

Ninguno seríamos capaces de deshacernos de todas estas cosas, ni deberías hacerlo pero estaría bien que te dieses cuenta hasta qué punto eres dependiente de cosas que no tienen valor. Deja de darle valor a las cosas que no lo tienen, de depender de ellas, y aprovecha y disfruta de aquellas que se merecen toda tu atención, pues es triste pero cierto: "No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos".




Marca la diferencia - no caigas en lo normal

domingo, 10 de marzo de 2013

¿Enamorarse = amor?




¿Enamorarse?

Para algunas personas enamorarse no es más que conocer a una persona y quererla de una manera especial, superior a cualquier otra. Otros dicen que el amor es solo un sentimiento más, quizás el mejor y más importante de todos. Otros directamente piensan que el amor no es un sentimiento, sino que el amor depende de la voluntad, que tiene una parte sentimental pero que no es un sentimiento. Argumentan que los sentimientos son cambiantes, no dependen de ti mismo sino, como ocurre cuando te enamoras. Cuando te enamoras, es muy difícil que eso cambie de un día para otro, si estás enamorado de verdad, lo estás hoy y lo estarás mañana, sin embargo, amar depende de ti mismo, si quieres amar te sacrificarás, llorarás, reirás, te alegrarás, pero dependerá de ti.

No sabría decir si para mí el amor es un sentimiento o no, pero lo que sí que puedo decir es que cuando amas de verdad, el amor lo es todo. Tal vez es ahí, en ese instante, cuando el amor deja de ser un sentimiento pues depende de ti amar, amas porque quieres hacerlo y porque amas a la otra persona hasta el punto de ser capaz de hacer cualquier cosa por la otra persona, ser capaz de sacrificar lo que sea necesario.

Lo mejor del amor es amar. Algunos prefieren ser amados antes que amar, pero cuando realmente te des cuenta de que amar es lo mejor que te podría pasar, comprendes que es maravilloso ser amado, pero que no hay nada como amar.

"Una relación es cosa de dos, no de uno." (Porta)

Sin embargo, ese amor requiere una respuesta, no solo vale con amar. Es posible que no haya peor circunstancia que amar y no ser correspondido. Ver a esa persona, pensar en esa persona, hablar con esa persona, tener unas ganas insaciables de hacer cualquier cosa por esa persona, quererla, admirarla, respetarla, amarla y así demostrarle lo enamorado que estás pero solo ser amigos... Quizás no hay nada peor que eso.

Algunos dicen que durante la juventud, ningún amor es verdadero, y que ningún "te quiero" es como el que le dirás a tu cónyuge más tarde. Otros no opinan igual y dicen: "Y es que empiezo a pensar que el amor verdadero es tan sólo el primero y es que empiezo a sospechar que los demás son sólo para olvidar." (La Oreja de Van Gogh)

Sea como fuere, si aún no tienes al amor de tu vida, no desesperes. "Ninguna causa está perdida mientras quede un insensato dispuesto a luchar por ella." (Piratas del Caribe III)
Si ya lo tienes, no pienses que ya has ganado la partida, más bien acaba de dar comienzo. El amor no consiste en el "te quiero" de todos los días, ni si quiera en el "sí quiero", sino en el día a día, en el cariño, en el respeto, en la ternura, en el sacrificio, en las caricias, en los besos, en los abrazos.
Y si crees haberlo encontrado y aún no lo tienes entre tus brazos, tampoco desesperes. La paciencia es una virtud. Esto es difícil de asimilar, parece imposible pero el tiempo todo lo cura. Si no lo cura, es que por quien no concilias el sueño, por quien pierdes horas y horas imaginando una vida juntos, no merece la pena. Y si lo cura... Si lo cura procura hacerle la persona más feliz del mundo pues así también lo serás tú.

"No hay nada mejor que conseguir algo que llevabas mucho tiempo esperando."




Querer tanto a una persona - y dejar de sentir que tu mismo existes.

domingo, 3 de marzo de 2013

El regalo de la vida

Afortunadamente, hoy en día, hay multitud de estilos diferentes de música. Hay tanta que un hombre de 100 años que se pasase toda su vida escuchando música, no sería capaz de escuchar toda la que ya está inventada.

Muchas personas tienden a refugiarse en la música, la comparan con los antidepresivos, el alcohol o incluso las drogas. A medida que esas personas se van haciendo mayores descubren que son más eficaces los otros métodos, pero eso no implica que la música deje de ser uno que pase lo que pase siempre estará ahí.

Da igual que tipo de música escuches, es totalmente irrelevante pues para gustos los colores, pero lo que sí que es importante es que te llene, que te haga sentir vivo, que te enloquezca y te tranquilice, que te relaje y te extasie, que consiga que te creas el rey del mundo y que nadie te parará, que te acompañe en esos duros momentos cuando ya nadie se digna a estar a tu lado, que te ayude a desahogarte, a llorar, que te ayude a superar cualquier obtáculo... Esa es la buena música. Quizás para ti es el rock, para él el rap, pero no te dignes a judgar su estilo de música por muy malo que sea, o por muy poco que te guste, porque es el que le provoca todas esas reacciones que nada ni nadie más consigue.

Esa inescrutable sensación de querer contarle al mundo entero tu nuevo descubrimiento, tu nueva canción, esa inescrutable sensación de estar total, completa y absolutamente enamorado de ella, de ni si quiera haber acabado de escucharla y ya querer volver a empezar a oírla. Ese miedo indescriptible que te entra cuando piensas que si la escuchas demasiado dejará de gustarte, y en ese momento eres capaz de dejar de escucharla solo para que la siguiente vez que la oigas, te enamore de la mimsa forma.

Mágica, inescrutable, indescriptible... No creo que haya adjetivos suficientes para describir ese preciso instante.

Tú decides qué música vas a escuchar, y cuál va a ser la que dé en la tecla, pero apresúrate de encontrarla, pues cuando lo hagas te arrpentirás de no haberla encontrado antes.



sábado, 2 de marzo de 2013

Esclavos del presente

Hace unos añitos, en la prehistoria, el ansia que dominaba a los seres humanos era el guiado por sus instintos básicos. Poco a poco la situación fue evolucionando hasta el momento en el que los impulsos dieron paso a el racionalismo, a pensar y valorar las cosas más allá de su valor momentáneo, de velar por el futuro más aún que por el presente. Por primera vez se actuaba con cierto orden, con criterios, pensando las cosas dos veces. Cierto es que los instintos básicos permanecían, pero el ser humano descubrió que no vivía solo, que convivía con más gente y que si luchaba por que al de al lado le fuese bien, a él le iría más o menos bien. Empezó a enteder que este mundo no está concebido para egoístas.

Más tarde, algunos fueron más allá y decicideron pensar un poquito. Esos son Sócrates, Aristóteles y todos los pertenecientes a sus selectos clubs. Se dieron cuenta de que el mundo no es para egoístas, pero que a veces es bueno tener un poquito de personalidad y que cada uno piense por sí mismo y no le den todo pensado porque de ser así, habría mucho engaño y corrupción, como hoy en día.

Sus pensamientos no llegaron muy lejos pues toda la Edad Media se basó en eso: uno manda, el que manda designa a unos pocos para que también tengan privilegios y que el resto viva como pueda, y se las apañe. A nadie le importa si no se las apañan.

No hubo espíritu de rebelión hasta finales de este periodo histórico, cuya fecha final fue 1789, en la Revolución Francesa. Poco duró esa libertad, que definitivamente se expandió por Europa y el resto del mundo con las revoluciones de 1820, 1830 y 1848, ésta última la más importante de ellas. Con estas revoluciones no se pretendía más que mejorar la calidad de vida de aquellos que ni si quiera sabían que era calidad de vida. Pensaron por sí mismos, se dieron cuenta de que muy pocos se habían quejado antes y que si lo intentaban podían perder muy poco y ganar mucho, en relación con la cantidad de gente que disfrutaría en caso de victoria, y en la propia muerte en caso de fracaso.

¿Mereció la pena?

A simple vista todos diríamos que sí, pero si se piensa dos veces la pregunta... Gracias a ellos nos libramos del yugo impuesto por esas monarquías autoritarias, absolutistas pero, ¿acaso son mejores los yogus de hoy en día, el yuog de la fama, del poder, del dinero...?

Sí, ese es el yugo de nuesta sociedad hoy dia, el dinero. Nacemos, crecemos y morimos pensando en el dinero, necesitando el dinero.

Aquellos que no tienen como fin último el dinero, aquellas personas dignas de alabanza y tan difíciles de encontrar, se están extinguiendo, hoy día quedan ya muy pocos. La principal razón es que cuando una de esas personas actúa acorde a sus pensamientos, sin querer dinero a cambio, se aprovechan de ella, lo haga de la forma en que lo haga, porque los que no luchan por dinero están en una división por encima de la del resto, y algunos prefieren ser el mejor dentro del grupo de los peores, y otros intentan, sencillamente, ser de los mejores, sin importarles a lo que renuncien, porque creen en lo que hacen. Su fin último no es es el dinero, es la verdad.

¿Cuál es tu fin último?





Por suerte - la mayoría de nosotros llorará por cosas por las que no vale la pena llorar

martes, 26 de febrero de 2013

Cambiar el mundo

Hace poco se celebró en Madrid la gala de los premio Goya 2013.
Fue una gala llena de premios, como no, llena de emoción, ilusión, tristeza para los perdedores y alegría para los triunfadores. Sin embargo, este año, tampoco ha estado exenta de polémica. Más allá de los errores a la hora de dar algún premio, las repercusiones medíaticas se han visto originadas en las palabras dirigidas por actores, directores, productores e incluso el propio director de la academia, hacia los recortes llevados a cabo por el gobierno Español en el ámbito cultural y musical, la famosa "subida del IVA".

¿Es posible que viviamos en un mundo en el que el mal reside en que hablen los que tienen que callar y actúen los que deberían quedarse inmóviles?

Hablan los que nos saben de qué están hablando pues no es su misión saberlo, pero actúan y toman decisiones los que tampoco son los más indicados.

Esta situación recuerda al famoso caso "Galileo vs. la Iglesia", en el que el científico se equivocó en sus experimentos y posteriores declaraciones y los religiosos no estuvieron finos en cuanto a su doctrina se refería. Ambas partes acertaron en el campo que no dominaban.

Tal vez encuentres la clave del éxito en el momento que te propongas ser el mejor en lo que hagas, así cuando actúes, hables, estarás mucho más cerca de la verdad que el resto, que no lo está.

Lucha por tus ideales, si no luchas tú nadie lo hará por ti, es así de triste. Si no te gusta y piensas en cambiar el mundo, empieza por esto...

 
Aunque la gente te juzgue - persigue tus sueños y no decaigas en el intento
 
Si nunca pierdes - la esperanza, es probable que consigas tu propósito.

lunes, 18 de febrero de 2013

Conformismo

Hace cuatrocientos millones de años que los seres vivos habitan el planeta. Unos pocos menos llevamos nosotros, los seres humanos, que vagamos por estos parajes de eso a lo que llamamos planeta Tierra.
Sin embargo, se ha asegurado que podríamos habitar poco más del 0,4% del universo, pero preferimos quedarnos aquí sentados, sin hacer nada, sin salir a investigar nada, porque: ¿Para qué queremos salir de nuestro planeta si estamos bien aquí?
Quizás el problema reside ahí, en que nos conformamos con lo que sea. Vivimos sin correr riesgos, o, más bien, los pocos riesgos que corremos, son ridículos: nos preocupa perder el autobús, nos preocupa perder la cartera, nos preocupa perder el tiempo… Pero si le decimos lo que nos preocupa a alguien de hace varios siglos, cuyo mayor y único riesgo era perder la vida, se reiría de nosotros.
Formamos parte de una sociedad conformista, en la que nacemos, crecemos, estudiamos no sabemos el qué para trabajar en no sabemos dónde. Vivimos unos años más y morimos.
Tal vez la solución no vaya acorde con ese 0,4% porque no hay porqué ser tan radicales, no hay que buscar ya otro planeta en el que vivir, pues se está bien aquí, pero la peor trampa que esta sociedad nos pone se llama rutina. Lucha contra ella, y vence. No permitas que el conformismo te venza, destaca, pues no hay mejor forma de destacar que destacando por no hacer determinadas cosas.

Injusticia: falsa verdad


Cuenta la leyenda que todas las mañanas un hombre de no muy avanzada edad pasaba por la frutería del pueblo de camino a su trabajo. Día tras día cuidaba de un rebaño de ovejas al borde los acantilados. Se dedicaba a eso pues le encantaba que el viento que soplaba en los campos colindantes a los rocosos acantilados, donde pastaban sus ovejas, le diese en la cara todas las mañanas.
 
 
Un día, cuando el pastor pasaba por la frutería antes de ir con las ovejas, cogió una manzana y se fue. Este acto no pasó desapercibido para un joven de unos diez años que andaba por allí.
 
 
Éste decidió volver a la mañana siguiente para comprobar si el hurto formaba parte de una rutina o fue un simple acto sin premeditación. Para su sorpresa, el acto se repitió: el pastor saludó al frutero cogió una manzana y se fue sin pagar. Las jornadas pasaban y el joven veía todas las mañanas el mismo hurto.
 
 
Dispuesto a todo para denunciar la situación, el chaval fue contando la historia por el pueblo hasta que todo el mundo se enteró.
 
 
Pasaron los días y el pastor notaba que los vecinos del pueblo le miraban mal. Fue un día nublado cuando, después de coger su manzana, el joven se le acercó:
 
 
-¿No paga?- Le preguntó con inocencia el infante.
 
 
-Verás, no sé si sabes que el frutero tiene mucho trabajo. Hace tiempo que acordé con él que al comienzo de cada mes le pagaría el precio de treinta manzanas y, sin molestarlo, cogería una cada mañana.- Le explicó el pastor.
 
 
El pastor vio como el joven se descomponía a cada milésima que pasaba.
 
 
-¿Te pasa algo?- Se preocupó.
 
 
-Es que... Como todos los días te veía coger una manzana sin pagar nada, pensé que las robabas y así se lo conté a todos, por eso no paran de mirarte.
 
 
Quien se descomponía ahora era el pastor.
 
 
-Perdón, perdón, perdón, perdón.- Se apresuró a decir el joven, que prosiguió, -¿Puedo hacer algo por ti? ¡Haré lo que sea, cualquier cosa que me pidas!
 
 
El pastor se lo pensó uno momento. Le dijo que fuese por la tarde a los acantilados, a donde él daba de pastar a sus ovejas, y que llevase una almohada.
 
 
El niño aceptó, encantado por tal fácil tarea, pero disgustado por la situación que había provocado.
 
 
Esa misma tarde, el joven estaba puntual en el campo donde habían quedado. El pastor llegó poco después con un cuchillo en la mano. Cuando llegó al lado del niño, cogió la almohada y con el cuchillo la rajó entera, permitiendo así que el viento se llevase todas las plumas del almohadón.
 
 
El niño, perplejo, le preguntó:
 
-¿Por qué has hecho eso?
 
-Intenta recoger todas las plumas, por favor.- Agregó el descompuesto pastor.
 
-¡No puedo! Son muchas, y el viento se ha llevado a casi todas, ¡es imposible!
 
-Cada pluma que ves, es un vecino del pueblo. Cada pluma es una persona que ahora piensa de mi algo que no es verdad.
 
 
El niño se quedó mirando avergonzado al pastor. Él sencillamente se limitaba a ver cómo el viento se llevaba las plumas, callado, sin más palabras que decir. Poco después se marchó.

 
Tal vez no habló porque no tenía nada que decir. Tal vez no habló porque la pena, el orgullo, el dolor y la injusticia le hicieron un nudo en la garganta. No se sabe bien porqué no habló, pero no habló.

 
Pero la verdadera razón por la que no habló es porque ya nada se podía hacer.










sábado, 16 de febrero de 2013

Digno de alabanza


Tal vez el nombre de John Frusciante no te diga nada del otro mundo, pero ha sido un componente esencial del grupo californiano Red Hot Chili Peppers.

Se podría considerar que la vida de John ha sido un constante altibajo, pero es digna de alabanza:

Durante su adolescencia llegó a tocar la guitarra durante quince horas al día. Pasaron los años y cuando tenía quince años, vio por primera vez a los Red Hot Chili Peppers en concierto, y se convirtió en seguidor de su carrera, de tal manera que se aprendió las partes de bajo y guitarra de los tres primeros discos de la banda. Entabló contactos con el miembro de la banda Hillel Slovak, que poco después fallecería. Tras su muerte, el grupo se planteó contar con John.

John aceptó, pero solo para y por la música. Es uno de los artistas que cuando hace música, la siente, es una prolongación de sí mismo. Gracias a su entrada en el grupo, éste adquirió una fama que como el propio Frusciante dijo: "Me vino grande. Fue demasiado alto, demasiado lejos, demasiado pronto. Todo parecía estar pasando a la vez y yo no pude hacerle frente."

John se encerró en su piso de California y se volvió un adicto a la marihuana, la cocaína y la heroína. Fueron tiempos difícles para él. Tiempo después dijo que hubiese agradecido un arma para quitarse la vida.
 


Fueron un par de amigos los que consiguieron sacarlo de ahí y llevarlo a la clínica de rehabilitación de Pasadena, entre ellos Johnny Depp, que dirigió un documental sobre la decadencia de la vida de Fruscinante en esos instantes (Snuff).

Después de su ingreso, se le diagnosticó una infección bucal potencialmente letal, que sólo podía ser curada reemplazando todos sus dientes por una dentadura postiza. Recibió también injertos de piel en sus brazos llenos de pus a causa de las inyecciones de heroína. Un mes después, salió.




¿Tenía John motivos para vivir?  ¿Y para dejar las drogas?

Ni familia, ni novia, ni dinero... Poco antes de ingresar en la clínica de rehabilitación, su piso se incendió entero, incluyendo todas su colección de guitarras. Se podría decir que no le quedaba nada.


Pero se levantó. Volvió al grupo, y juntos resurgieron, y volvieron a la fama. Fue elegido por la revista Rolling Stone en el puesto número 72 de la Lista de los 100 guitarristas más grandes de todos los tiempos. y según la encuesta "The Axe Factor" producida por la BBC de Inglaterra, ha sido nombrado el mejor guitarrista que haya existido en los últimos 30 años.


Salió. Se recuperó de todos sus problemas. Las cicatrices que le quedaron, tanto las exteriores como interiores son tan profundas que tendrá que le acompañarán siempre, pero en vez de soportarlo con más drogas, lo soportó con lo que más le gusta: la música.

Todos tenemos "una música", ¿cuál es la tuya?

jueves, 14 de febrero de 2013

¿Lo de fuera o lo dentro?

Es probable que los jóvenes de hoy en día, si conocen nuevas amistades, compartan las redes sociales. Tal vez Tuenti, tal vez Facebook, tal vez Twitter, o tal vez... (Cada día hay nuevas redes sociales que agrandan el abanico de posibilidades)

Cuando más tarde cojas el smartphone o el ordenador y tranquilamente agregues a esas nuevas amistades, es posible que te crees espectativas o ideas de dichas personas en virtud de la cantidad de amigos y seguidores que tengan. Puede que esas nuevas amistades en persona sean fantásticas y que en Twitter solo tengan diecisiete seguidores. Si esto es así, te asaltarán los prejuicios, y pensarás que quizás ha sido mera coincidencia lo bien que te ha caído esa persona, pues en Twitter no es nadie.

Puede que te pase justo al revés, puede que conozcas a alguien que no te ha llamado especialmente la atención en persona, pero que es un auténtico "killer" en las redes sociales.


Tal vez las redes sociales solo nos abstraigan más aún de la confusa realidad en la que vivimos. Tal vez las redes sociales sean un sencillo negocio más de esta sociedad capitalista y materialista, cuyos perjudicados somos nosotros.

No te dejes engañar por las apariencias pues muchas veces lo que importa no es lo de fuera, sino lo de dentro.