domingo, 24 de marzo de 2013

Una guerra cada día

Dicen que los que van a la guerra nunca vuelven igual, se convierten en otras personas, vuelven diferentes, la guerra les ha cambiado.
Aceptamos esta afirmación, pero no nos hacemos cargo de lo que en realidad significa. Tampoco nos hacemos cargo cuando nos informan de la cantidad de muertos que hay en dichos enfrentamientos: con tal de que el fallecido sea amigo tuyo poco importa cuántos más hayan caído... Así uno tras otro, hasta cincuenta millones en la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo. ¿Qué significa eso, cincuenta millones de familias destrozadas? ¿Cuarenta, trienta? Con tal de que solo una se deshiciese, ya dejó de merecer la pena cualquier motivo por el que luchasen. Me parece una falta de respeto hablar de la cantidad de fallecidos en dicha guerra cuando cualquiera sirve de ejemplo; con tal de que haya habido unas pocas de muertes ya debería avergonzarnos: Corea, Afganistan, Vietnam, ambas Guerras Mundiales, la Guerra Fría, las de religión... Todas tienen una cosa en común: que nadie gana y muchos pierden.

La guerra es un lugar horrible en un contexto aterrador, en el que unos se matan a otros por razones que pueden no llegar a comprender. Por raza, por cultura, por religión, por prevención...
"El fin justifica los medios" debieron pensar los que enviaron tropas a "guerras menores" como las de Grecia, Corea, Vietnam, Afganistán, guerras de prevención para que ni los comunistas ni los capitalistas ganasen su particular Guerra Fría, sino para seguir en tablas y que no se desembocase en una Tercera Guerra Mundial. Como cualquier guerra, vuelven a tener cosas en común: nadie resultó victorioso, todos perdieron.


Puedes pensar que este rollo histórico ni te va ni te viene, que no te afecta, pero, ¿y esos muertos por atentados terroristas en países de Oriente Medio que ocupan los pocos segundos que las cadenas de televisión les otorgan en los informativos? Quizás no te hayas fijado, pero ya solo aparecen cuando la cifra de muertos es alta. Puede que esta información solo reafirme tu pregunta de a qué viene todo esto.

Estamos insensibilizados, tú, yo y todos. Las guerras son el triste ejemplo que demuestra lo que es capaz de hacer el ser humano. No dejes que ese escudo que recubre tu corazón proteja lo que no tiene que proteger. Fueron la envidia, la soberbia, el odio y la venganza... Quienes llevaron a la guerra a tanta gente y por consiguiente a tantos a la muerte. De eso nos sobra a todos.
 
Recuerda: por mucho que las guerras impliquen bajas, no son ese tipo de guerras las que nosotros vivimos día a día. Tu enemigo no es tu jefe, tu profesor o tu padre; por mucho que lo parezcan, no son más que personas como tú, y también tienen sus batallas personales. Que no sean enemigos no los convierte en amigos, pero los convierte en posibles objetivos a los que hacer feliz o sacar una sonrisa. Plantéatelo así.
 
 
 
 
 

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