domingo, 17 de marzo de 2013

Dependencia

Tal vez no forme parte de tu rutina, pero es mucha la gente que hoy en día introduce en ésta el transporte público. El tren, el autobús, el tranvía, el metro...
Muchos, sin ellos, veríamos muy reducida nuestra movilidad, y hasta cierto punto, nuestra vida social. Dicen que eres dependiente de algo cuando no podrías enfrentarte a tu rutina sin "eso" de igual forma que si lo tuvieras. Por tanto, éste podría ser un caso de dependencia: el transporte público. Suena ridículo, pero no es una idea tan disparatada.

Ahora hay aplicaciones para los smartphones que permiten saber con una exactitud pavorosa a que hora pasará el transporte que se está esperando. De esta forma se pretende acabar con esas inquietantes y largas esperas que a partir de determinados minutos se hacían interminables. Sin embargo, "gracias" a estas aplicaciones nos volvemos más dependientes aún.

Las ventajas son visibles a simple vista, pero ¿qué ocurre cuando ves en el teléfono que pasa en un par de minutos?
La vida empieza a girar en torno a esos pocos minutos sabiendo que, como no llegues, te quedarás en la parada mucho más tiempo que si hubieses ido a ciegas, sin la ayuda de la aplicación, hasta el siguiente que pase, de tal forma que cualquier cosa deja de ser importante, solo llegar a tiempo.

El ejemplo del autobús solo sirve para demostrar que hay determinadas situaciones que en la rutina se producen (y que hace unos años no se producían) y que poco a poco van haciendo de nosotros unas personas débiles, dependientes de cosas que hace años era impensable que llegasen a tener un nivel de dependencia tan alto. La televisión, internet, el smartphone, las redes sociales, los videojuegos...

Puede que no todas parezcan dañinas, pero: "Todo en exceso es malo".

No es malo ver la televisión, ni jugar a la consola, ni el empleo de internet, ni si quiera las redes sociales, siempre y cuando se les sepa dar un buen uso, el que se merecen.

Ninguno seríamos capaces de deshacernos de todas estas cosas, ni deberías hacerlo pero estaría bien que te dieses cuenta hasta qué punto eres dependiente de cosas que no tienen valor. Deja de darle valor a las cosas que no lo tienen, de depender de ellas, y aprovecha y disfruta de aquellas que se merecen toda tu atención, pues es triste pero cierto: "No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos".




Marca la diferencia - no caigas en lo normal

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