domingo, 16 de noviembre de 2014

No supe

Ayer me llamó llorando. No eran las lágrimas de siempre, eran lágrimas de desesperación.
Cuando al fin consiguió articular palabra, me dijo que no era capaz de mantener a nadie a su lado, que destroza todo lo bueno que le ocurre, que echa a todo aquel que trata de ser bueno con ella.

¿Sabes lo más triste?
Que no supe cómo tranquilizarla, qué decirle para que dejase de llorar.

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