Lleva a sus espaldas innumerables escaramuzas. Como si de un campo de entrenamiento de tratara, y siempre consigue lo que se propone.
Pero por primera vez entra en combate, la acción le llama. Todos le animan y le instan a hacerlo como ha hecho en otras ocasiones, como hace siempre.
Él no cree esas palabras, el miedo le bloquea, el miedo le paraliza. No cree estar a la altura.
Piensa y desea haber podido entrar en más ocasiones en batalla, pero quizá sea mejor así.
Ya se despide, ojalá salga todo bien.
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