martes, 19 de mayo de 2015

Mejor reírse, es lo más serio.

Ni soñando te olvidas de aquellos días de ensueño que viviste despierta.
Y recuerdas entre lágrimas las velas de aquella cena, y con rabia, también, nuestras sonrisas sinceras que al pisarte mientras bailábamos surgieron entre las letras de aquellas canciones viejas que fueron el compás, tanto tiempo atrás, de besos, abrazos e inmejorables promesas.


Y a quién le cabe en la cabeza que después de tanto tiempo juntos y de tantas proezas hoy me mire al espejo y me pregunte: '¿Cómo pude ser tan idiota? ¿Cómo me creí todas las promesas vacías que de tu boca salían sin ánimo de ser ciertas?'

Pero aquella noche, cansados de bailar decidimos parar y contar estrellas, tumbados en el césped como dos jóvenes enamorados que no temen ni a la muerte y que solo desean una vida juntos, comer perdices y unas cuantas cervezas.

Pero me levanté, con miedo, me marché, cogí el coche y me fui bien, bien lejos, donde ni si quiera esa tal muerte pudiera darme caza, entre desconocidos, oportunidades, algo de esperanza y nuevas caras.

Lo necesitaba, necesitaba una bocanada de aire fresco al mismo tiempo que intentaba olvidarme del resto y trataba de aprender de mis errores cual niño pequeño aprende a base de gritos, pataleos, lagrimones y gestos honestos, gestos que demuestran su pureza y su inocencia, porque eso es de lo que pequé, de imprudencia, impaciencia pero sobre todo de inocencia.

Y temo que no sea la muerte quien me persiga, sino la desilusión, la desgana y tú, tú quien tan buenos momentos me otorgaste y de quien he tenido que olvidarme a base de bares, errores y tanto desgaste. 
Sí, desgaste, desgaste físico y desgaste mental, desgaste de ese que te acompaña toda la vida; del que no te puedes deshacer ni por mucha suerte que tengas, porque siempre y cuando te persiga, no tienes nada que hacer, estás perdido. 
Da lo mismo por dónde vagues porque si no lo solucionas tú, y nadie lo hará por ti, estarás vendido, y mucho más a estas edades, donde todo duele y crees que lo más sencillo es caer rendido pero no, no lo es.

Así que empieza de una vez y no te desanimes, que en tanto pongas de tu parte es solo cuestión de tiempo que todo marche, y volverás a sonreír, y a ser esa persona que enamore y trate de darles lo mejor de ti.



Sin embargo, fueron semanas duras, acompañado por esa amiga que nunca falla, la soledad. Así lo quise yo porque, ¿qué sentido tenía hablar de la triste realidad que me rodeaba? Además, no con ayuda habría sido capaz de comprender la maldad con la que todo terminó, por lo que, ¿para qué contagiar la tristeza? Mejor resistir con entereza y retornar más fuerte, con firmeza y con una coraza hecha de experiencia resistente a decepciones y tristezas, y una fortaleza interior a prueba de balas de cañón que lance mentiras de amor, envueltas entre palabras recubiertas de belleza y de dolor.

Para olvidarme de todo esto y liberarme, acudí a la mejor clínica de desintoxicación, esa que se llama 'anónimos que han amado', y supe de mis errores, como siempre, tarde. De ahí fui a jugarme mi suerte a los dados, y lo perdí todo al darme cuenta de que todo lo tenía con tan solo mirarte.

Pero hoy ya no te echo de menos, ni mucho menos, porque he rehecho mi vida, y aunque ya no estás a mi lado, yo solito he limpiado toda esa porquería, sin ninguna ayuda y tras largas noches de insomnios e interminables agonías, decidí, y muy a mi pesar, echar a quien debía porque ya era hora de crecer y de dejar atrás tantas tonterías, todas las estupideces que me hicieron tocar fondo. 
Es momento de resurgir, como el fénix, de entre las cenizas y demostrar la valía que un día tiempo ha, me caracterizó. Y no voy de sabiondo, es solo que mucho lo he pensado, escudriñé cada centímetro de mis recuerdos bien afondo y me di cuenta de que solo no se va a ningún lado. Cual isla que ve partir a su náufrago sabiendo que ya no lo volverá a ver, yo estaba angustiado además de desquiciado porque sabía que echaría muchas cosas en falta, y fui atacado por lo que creí completamente superado, el pasado.

Y la verdad es que no sé escribir, y mucho menos escribir poesía, pero ojalá aquí quede plasmado el mensaje del sufrimiento y la desesperación que por dentro sentía, porque ya nadie pierde su tiempo en fijarse en el interior, pero es ahí donde realmente están contenidos los sentimientos, los problemas y el amor.
Y he perdido muchas cosas en este maltrecho camino; por completo la confianza, el cariño, la esperanza, a mis amigos... pero he llegado a un oasis con nombre propio, un oasis que me ha devuelto la ilusión, un oasis en el que no hay cabida para la opinión de los demás, porque nunca está de más que alguien se preocupe por ti, por tus sentimientos y por tu corazón.

Tal vez eso es lo que necesitan los corazones doloridos, un poquito de ternura y una gran capacidad para el olvido. Pero eso no se aprende en ningún sitio, no hay libro de instrucciones y menos aún para los más malheridos.

Y no tengo más que palabras de agradecimiento para esas personas que han luchando por sacarme esas sonrisas en tan duros momentos, cuando no tenían razones para ello, ahí han estado apoyando, animando, aguantando y sufriendo.
Sin ellos no soy nada, no soy nadie, y sin su cariño y sin su amor no estaría aquí, así que muchas gracias, ¿vale?

Jamás olvidaré todo lo que por mí habéis hecho, y por mucho que el dolor esté ahí, a la vuelta de la esquina, al acecho, hoy prometo ser fuerte para no volver a defraudaros porque llegará el día en el que estéis satisfechos de que haya alcanzado mis metas, de que al fin haya tocado el techo. Así que lo comido por lo servido, y a lo hecho pecho.




Ya de paso, aprovecho y aseguro que no habrá repecho que me pare porque a vuestro lado todo problema se queda pequeño, y porque contar con vosotros es algo que no aparecía en ninguno de mis mejores sueños.

domingo, 10 de mayo de 2015

Ríe cuando puedas

Cuando se produjo ese terrible tsunami en Indonesia hace unos años, la devastación, la penuria y la rabia anduvieron a sus anchas por aquel maltrecho y destrozado país. Sin embargo, es durante los peores momentos cuando los verdaderos héroes se crecen, y no hubo pocos. 
En concreto hubo una niña que salvó cientos de vidas y tiempo después fue premiada por su valentía. 
Corría un 26 de diciembre del año 2004, en Sri Lanka, Indonesia. Era época de vacaciones para más de uno, y la familia de esta pequeña heroína descansaba en una de esas bonitas playas. La joven vio como poco a poco la marea bajaba y el agua cada vez se alejaba cada vez más de la playa. En ese momento recordó lo que tiempo atrás aprendió en clase, que cuando la marea baja tan bruscamente sin motivo alguno es síntoma de que se aproxima un tsunami.
La pericia de aquella niña salvó a cientos de personas.

Todos tenemos nuestros pequeños terremotos y tsunamis en nuestro día a día, salvando las distancias y mostrando respeto ante todos aquellos que lo han pasado mal por culpa de estas aleatorias catástrofes naturales. Es duro levantarse y ver como la ola de ese tsunami está justo encima tuyo y que ya no puedes hacer nada por salir huyendo, que es lo que normalmente hacías cuando veías que la marea bajaba misteriosamente. Sin embargo, el símil no es del todo apropiado pues esa temible ola del tsunami termina pasando; lo devasta todo, pero termina pasando. Por el contrario, hay olas que parece que no van a pasar nunca. 

A eso solo cabe decir que quizá la clave para ser totalmente libre es reír cuando puedas y llorar cuando lo necesites, ser honesto con uno mismo ¿no?, centrarse en lo importante y olvidarse del ruido, no obcecarse con los objetivos, tratar de relajarse y vivir algo más tranquilos.