Tal vez lo más difícil de escribir sea cómo acabar. A priori, se puede dudar sobre para qué sirve pensar en cómo será el tejado de una casa si aún no está
diseñada la base de dicha vivienda, y no están
faltos de razón aquellos quienes piensen eso, pero a veces no viene mal echar un vistazo desde otra perspectiva
y poder así tratar de diseñar el tejado a imagen y semejanza, y de ahí el resto
de la casa; actuar de manera diferente, pero con el mismo fin: una casa lo más bonita posible.
Porque, ¿de qué sirven unos buenos cimientos si a cada tormenta
surgen nuevas goteras?
Tampoco sirve de mucho diseñar un fabuloso tejado y luego no
saber cómo encajar ese tejado a la estructura, porque, ¿de qué sirve un buen
tejado si los cimientos no resisten al inocente soplido de unos débiles vientos?
Todos tenemos una fecha de caducidad: muchos deseamos no saberla; otros no la sabemos aún y hay quiénes ya la saben. A simple vista se podría pensar que pobre de aquellos que ya conocen su fecha de caducidad (debido a una enfermedad o a la razón
que sea).
Pero, ¿qué les pasa a aquellos que ya conocen cómo es su tejado? Que disfrutan con cada momento que pasan pensando, diseñando, fabricando y disfrutando de toda su casa. Son ellos los que no construyen su casa y su tejado para luego disfrutarlos, como nosotros, sino que disfrutan en todo momento, sea el momento que sea, porque saben que ese momento no se va a repetir.
Pero, ¿qué les pasa a aquellos que ya conocen cómo es su tejado? Que disfrutan con cada momento que pasan pensando, diseñando, fabricando y disfrutando de toda su casa. Son ellos los que no construyen su casa y su tejado para luego disfrutarlos, como nosotros, sino que disfrutan en todo momento, sea el momento que sea, porque saben que ese momento no se va a repetir.
Es triste ver como vas construyendo tu casa, esperando a acabar la primera planta para ir con la segunda, y cuando acabes la segunda, empezar con el desván, y luego el tejado. Es triste ver pasar etapas y etapas de tu vida, y ver como
lo que esperabas que fuese la siguiente, te decepciona, porque no lo es: no es lo que esperabas. Confías
en que la siguiente sea la definitiva, pero tampoco lo será. No lo será porque
si no sabes lo que esperas, cuando llegue, no sabrás apreciarlo, porque no
sabrás que ya ha llegado.
Los niños confían su felicidad a su juventud. Los jóvenes
adjudican su felicidad a la mayoría de edad, los mayores de edad depositan su
felicidad en la estabilidad a nivel personal y profesional, y los ya estabilizados
añoran cada una de las etapas anteriores de manera proporcional: cuanto más la
añoran, antes se produjo.
Desagradecidos, disgustados, insatisfechos,
vacíos, desilusionados… Cualquier adjetivo es válido para recalcar y resaltar
nuestras deplorables situaciones, deplorables porque no sabemos apreciarlas. Da igual la etapa en la que te encuentres,
siempre querrás más, hasta que te des cuenta de que lo importante no es querer
más, sino que lo importante es querer lo que tienes, porque no es más rico el que más
tiene, sino el que menos necesita.
Ojalá te des cuenta de que al final no importa el tejado, ni
la estructura, ni los cimientos, ni la decoración… Lo que importa es todo el
conjunto, lo que importa es que sepas aprovecharlo todo, desde que pones el
primer ladrillo, hasta el último (quizá no te guste cómo ha quedado una de las habitaciones o uno de los baños, pero lo compensarás con el resto de la casa). De ti depende que solo disfrutes cuando esté
ya acabada o que disfrutes siempre, en cada uno los pasos.
Como decía al principio, tal vez lo más difícil de escribir sea
acabar, o tal vez cómo concluir, porque nunca sabes cuándo acabar, cuándo dar
por finalizada la obra, cuándo es preferible seguir intentando mejorarla y cuándo no. Sea un escrito o un cuadro, sea una casa con su tejado, o sea tu
vida, es tuyo, hazlo a tu manera y disfruta haciéndolo. ¡Sé feliz, haz que hoy sea el primer día de tu nueva vida!