miércoles, 17 de diciembre de 2014

Óscar al mejor guión

-¿Sabes?- Una sonrisa de oreja a oreja invadió su cara mientras le preguntó.
-Dime- le contestó él ansioso y a la vez expectante por saber qué nueva idea revolucionaria le estaría rondando por la cabeza.

-Vamos a escribir el guión una película. ¡Si! De una de esas película de Hollywood en las que todo puede ocurrir. Una película que narre el mundo en el que nos gustaría vivir, un mundo sin dolor, ni sufrimiento, ni agonías. Un mundo en el que sólo existan las lágrimas dulces, esas que llegan solo en los buenos momentos, esas legendarias y casi inexistentes lágrimas de felicidad.-

-¿Eso existe de verdad?- Le preguntó.

-No lo sé, espero que sí, en nuestro mundo las habrá, ya lo verás. También habrá unas leyes diferentes, por ejemplo: pena de cárcel a aquellos que se dediquen a molestar o fastidiar a los demás, multas a quienes tengan envidia y no sepan apreciar lo que tienen, y premios a aquellos que traten de sacar una sonrisa al resto sin esperar nada a cambio.-

-¿Estás loca?- Le interrumpió. -Eso sí que no existe, jamás he conocido a nadie así.-

-Yo tampoco he visto a nadie así en este mundo, pero en el nuestro claro que los habrá. Quizá ellos sean la policía. ¡Eso es! Ellos serán la policía y no sólo se encargarán de hacer cumplir las leyes, sino también de sacar sonrisas a aquellos que se las merezcan de verdad, a aquellos que parezca que ya nada ni nadie les sonríe, aquellos que estén muy cerca de perder la esperanza y tirar la toalla, porque son esos pequeños gestos que no esperamos los que más nos alegran el día.-

-¡Estás soñando despierta!- Le recriminó. -Eso no existe, y jamás va a existir. Nunca jamás verás una lágrima de felicidad, ni nadie hará nada bueno por otro sin esperar nada a cambio y tampoco habrá ningún policía que tenga como misión hacer sonreír a la gente.-

-¿Por qué no?- Le preguntó con total inocencia.

Él se extrañó, le cambió la cara en cuestión de un segundo, se quedó sin palabras. Se había ido calentando cada vez más mientras ella hablaba, hasta el punto de enfadarse, por el simple hecho de que se estaba dando cuenta de que su mundo, el verdadero, jamás sería así.

-¿Por qué no?- Volvió a preguntar con su angelical voz. -¿No crees que si todos pensásemos así podríamos hacer de este lugar un mundo mejor?-

Él se dio por vencido. No iba a intentar convencerla de que eso no pasaría, pero a sí mismo tampoco porque no sabía cómo hacerlo.

-Tienes razón, sería una buena película.- Fue lo único que se le ocurrió decir. -Pero sí, también sería un buen mundo.-