lunes, 11 de noviembre de 2013

Cómo cambiar el mundo

Desde pequeñitos tienden a inculcarnos la idea de que si nos esforzamos, cambiaremos el mundo. Alguno quizá descubra la cura del cáncer, otro tal vez descubra un planeta con vida, otro puede que sea nobel de física o economía, pero lo cierto es que ninguno podemos cambiar el mundo.

Hay un conocido artista chico llamado Ai Weiwei cuyas "pipas" fueron compradas por el Tate de Londres, uno de los museos más prestigiosos de la capital inglesa, en 2010. A base de porcelana y mucha paciencia, logró fabricar cien millones de pipas a tamaño real. Esa fue la parte sencilla, puesto que la difícil consistió en dotar a cada una de una manera diferente, a base de pincel. La explicación del autor es sencilla: todos los humanos parecemos iguales, pero no lo somos. Cada uno es de una manera, diferente al de al lado. No le falta razón, todos los humanos somos iguales, pero diferentes a la vez.

Sinceramente, a nadie le importa lo que sea de tu vida, por eso hay mendigos y pobres en todas partes del mundo, porque así de crueles y egoístas somos. Ya pueden atracarte en hora punta en el centro de tu cuidad que muy pocos irán a socorrerte. A nadie le importa lo que hagas con tu vida, a nadie salvo a ti mismo, que es a quien debe importarle de verdad.

No nos engañemos, es muy difícil que seas tú quien descubra la cura contra el cáncer, y vivimos en un mundo en el cual si no la descubres, no lo has cambiado, eres una pipa más.

Ante una sociedad en la que todo el mundo es igual, ser diferente es complicado. Pero visto que el mundo te trata tan bien y te quiere tanto, ¿por qué seguir sus reglas? Cambia las reglas.

Para empezar no trates de cambiar el mundo, es imposible. No cuentes los días, haz que los días cuenten. Trata de encontrar lo que de verdad te hace feliz, no seas el héroe del mundo, sé tu propio héroe y el de aquellos quienes te rodean, quizá así logres cambiar el mundo que de verdad importa, tu mundo.